Muere a los 22 años el príncipe Frederik de Nassau, que padecía una de las llamadas enfermedades raras

La muerte del príncipe Frederik de Nassau, a los 22 años, ha causado una profunda tristeza en el Gran Ducado de Luxemburgo, pero también a ciudadanos de todo el mundo que se han sentido conmovidos por su historia. Hijo de Roberto de Luxemburgo -primo del actual soberano, el gran duque Enrique-, padecía una de las denonimadas enfermedades raras, la enfermedad PolG, un trastorno mitocondrial genético que priva a las células del cuerpo de energía, lo que causa disfunción y falla progresiva de múltiples órganos.

Se da la circunstancia de que, aun siendo un miembro de la realeza del todo desconocido, su padre había contado en los últimos tiempos detalles de su caso para, así, concienciar a la ciudadanía y, sobre todo, impulsar la Fundación PolG, organización fundada por la familia para apoyar la investigación sobre este trastorno crónico.

Además, los Nassau difundieron las últimas imágenes de Frederik el pasado enero, durante la boda civil de su hermana, la princesa Charlotte, con Mansour Shakarchi, que tuvo lugar en la ciudad suiza de Gstaad. La propia princesa Charlotte aprovechó el interés que despertó su enlace para hablar de la mencionada fundación, con el objetivo de dar el mayor impulso posible a la búsqueda de tratamientos y cura para la enfermedad PolG.

El fallecimiento del joven príncipe se produjo en París el 1 de marzo -apenas una jornada después de que se conmemorara el Día Internacional de las Enfermedades Raras-, aunque no ha sido hasta este fin de semana cuando su padre ha dado a conocer la noticia en un extenso comunicado publicado en la web de la Fundación.

El relato de Roberto de Luxemburgo también sobre cómo fueron los últimos momentos de su hijo y qué les dijo a todos sus allegados resulta conmovedor. Tal y como ha explicado, un día antes de su muerte, “Frederik encontró la fuerza y el coraje para despedirse de cada uno de nosotros“.

“En el Día de las Enfermedades Raras, nuestro amado hijo nos llamó a su habitación para hablar con él por última vez”, se ha sincerado. “Ya le había dicho todo lo que sentía en su corazón a su extraordinaria madre, que no se había separado de él en 15 años. Después de regalarnos a cada uno de nosotros nuestras despedidas (algunas amables, algunas sabias, algunas instructivas) al más puro estilo de Frederik, nos dejó colectivamente con una última broma familiar. Incluso en sus últimos momentos, su humor y su compasión sin límites lo obligaron a dejarnos con una última risa… para animarnos a todos”, ha añadido.

Roberto de Luxemburgo ha revelado también que la última pregunta que le hizo su hijo fue: “Papá, ¿estás orgulloso de mí?“, unas palabras que le sorprendieron, según ha confesado. “Apenas había podido hablar durante varios días, por lo que la claridad de estas palabras fue tan sorprendente como profunda la intensidad del momento. La respuesta fue muy fácil y la había escuchado muchísimas veces… pero en ese momento necesitaba la seguridad de que había contribuido con todo lo que podía en su corta y hermosa existencia y que ahora finalmente podía seguir adelante”.

A Frederik no le diagnosticaron su enfermedad hasta el 2016, cuando él contaba ya con 14 años. Al parecer, el suegro del príncipe Roberto, profesor y cirujano en el Hospital General de Massachusetts en Boston, según informó la revista ¡Hola!, fue quien logró establecer qué era exactamente lo que le sucedía. Como ha contado el primo del gran duque, “es una enfermedad muy difícil de diagnosticar y no tiene tratamientos, mucho menos cura”.

En declaraciones al medio danés Virgule, Roberto de Luxemburgo explicaba recientemente que al poco tiempo del nacimiento de Frederik se dieron cuenta de que algo no era normal: “Era un bebé que dormía mientras los demás corrían por todos lados. Más tarde se añadieron problemas de equilibrio y coordinación. Perdía cada vez más fuerza y enfermaba a menudo”. El príncipe, con enorme orgullo como padre, destacaba la personalidad del tercero de sus hijos, su capacidad de adaptación y su fuerza: “Es sociable, tiene un gran círculo de amigos y siempre ha sido el centro de atención en cada fiesta. Es superpositivo y superalegre“, subrayó.

Roberto de Luxemburgo (1968), príncipe de Borbón Parma, es miembro de la familia gran ducal que reina en el rico país centroeuropeo. Es hijo del príncipe Carlos de Luxemburgo, el menor de los vástagos que tuvo la gran duquesa Carlota, una de las figuras más queridas en la historia de la nación.

El príncipe Roberto se casó con Julie Ongaro en 1994 en Boston. Del matrimonio nacieron tres hijos, con el título de condes de Nassau: la mencionada Charlotte (1995), Alexander (1997) y Frederik (2002). En 2004, el gran duque Enrique revisó las reglas de la titulación interna en su familia. Y, por decreto, concedió el título de Alteza Real a la esposa y a los descendientes de su primo Roberto, así como el título de Príncipes de Nassau, con el fin de “dar una muestra pública de Nuestro afecto y de Nuestra benevolencia a ciertos miembros de Nuestra familia”, tal como se podía leer en el texto con rango legal.

Los Nassau no son los únicos miembros de la realeza que, en este caso por lo que le sucedía a Frederik, están absolutamente volcados con la investigación de las enfermedades raras. Sin ir más lejos, en nuestro país es una de las causas en las que con más entrega y dedicación se ha erigido como gran abanderada la Reina Letizia.

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